GERMAN ARCINIEGAS PENSADOR E HISTORIADOR DE HISPANOAMERICA
Arciniegas: Ensueños de hoy y de Antaño POR Roberto Esquenazi-Mayo
Fue al atardecer. 30 de noviembre de 1999. Una llamada telefónica lúgubre me dijo: "falleció Germán Arciniegas ayer". Temblé, lloré. Don Germán cumpliría noventa y nueve años de edad el seis de diciembre. ¿Cuántas veces nos habíamos prometido celebrar juntos sus cien años! No ha sido así.
¿Cómo puede aceptarse la desaparición física de un Maestro, de un entrañable amigo, de un ciudadano sin par? ¿Cómo puede creerse, como puede aceptarse el final definitivo de un escritor excepcional, de un pensador, de un genuino periodista, de un ensayista de enjundioso y elegante léxico? ¿Cómo, como! La angustia y la ira se imponen. Es casi irracional la reacción personal. Irracional porque el estupor se convierte en cólera y la cólera en llanto desenfrenado, a solas, con la imagen para siempre imborrable de quien me dijo una vez: "No hay situación que por muy mala que parezca no sea susceptible de empeorar". Para impedir que empeore, ahora lo buscamos en los libros que nos ha legado, en sus cartas donde están relatados sus planes como investigador de Nuestra América, de su tenaz confrontación con los tiranos, de su fe inquebrantable en la nobleza del combatiente a favor de la libertad, de su lealtad hacia familia y amigos...
"La mejor forma de honrar la memoria de un escritor como Arciniegas es leyéndolo y releyéndolo", me dijo Mario Vargas Llosa. Leámoslo de nuevo. Caminemos con el por todas las sendas que el recorrió. Así lo tendremos cerca. Así volveremos a dialogar con él, y en vez de llorar nos sentiremos ungidos por el misterio de un hombre que nunca dejo de ser buen padre, buen esposo, buen amigo, buen profesor, gallardo escritor...
Conocí casualmente el nombre Germán Arciniegas cuando leía sus artículos en el Diario La Nación de Buenos Aires, en la Biblioteca del Centro Asturiano de La Habana, entre una y otra manifestación publica organizada por los estudiantes a favor de la República española y para atacar la dictadura de Fulgencio Batista. Me fascinaban sus párrafos en torno a la historia de Hispanoamérica. Y como arreciaba contra los tiranos y enarbolaba el estandarte de la libertad y de la dignidad. En una ocasión supe que pronunciaba una serie de conferencias en el paraninfo de la Universidad de Buenos Aires sobre temas similares. Me atreví a escribirle a la Oficina de la Facultad de Filosofía y Letras para solicitarle el texto de dichas conferencias. En su respuesta fechada el 26 de septiembre de 1940, comenzaba con una salutación que he recordado toda mi vida. Sin conocerme personalmente me decía: "mi distinguido amigo". Con esa "distinción" hacia un muchacho imberbe me sentí realmente su amigo. "Las conferencias en cuestión...no las he reconstruido...pero me complazco en enviarle un librito publicado últimamente en Costa Rica." 1
Los años que siguieron están descritos en sus cartas. Fueron años de intensa confrontación contra las tiranías que torturaban al pueblo latinoamericano. Impertérrito, Arciniegas hizo de la palabra un arma invencible. Arciniegas combatió dictaduras con la robustez de su prosa y con su constante actividad pública. Así también nos envolvía en el recuerdo del pretérito. Nos envolvía con una cercanía que no se define por una cercanía física, sino por una inmediatez sentida en su propia sangre. Ahí están Biografía del Caribe y Entre la libertad y el miedo, donde Arciniegas lleva de la mano al lector por cuevas y expediciones, o acompañando a patriotas en su arrojado reto al dictador.
Arciniegas padeció el sufrimiento de sus semejantes. Sonrió con la historia del esperanzado luchador, de quien se sabe seguro en su camino, enhiesto ante la indignidad.
De sus antepasados, por parte de madre y de padre, heredó Arciniegas el ardor y la abnegación que fortalecían su ímpetu...De su tatarabuelo "Perucho" Figueredo, autor en 1868 del himno nacional cubano y de su abuelo Basilio Angueira, casado con una hija de "Perucho", recibió Arciniegas el fervor para continuar la tradición de la familia: proteger al desamparado y dejar por escrito el legado de una vida de alentadora cavilación.
Lo conocí personalmente en la Universidad de Columbia, New York, en 1947. Solíamos ir de paseo por el vecindario. Paseábamos y conversábamos por muchos mundos. Por las calles de Caracas, por villas de Méjico, por los acogedores parques primaverales de París, por los recovecos de Dakar, por las catacumbas de Roma...No...no estuvimos juntos en Bogotá...Lo impidió la dictadura de Rojas Pinilla. Pude observarlo en sus múltiples actividades. Despertaba antes de salir el sol, este "campesino de nacimiento" tecleaba en su maquinita de escribir hasta el mediodía...Después vendrían otras actividades.
Sabemos que en sus páginas discurren profundas observaciones sobre la historia y el pensamiento de Hispanoamérica, desenmascarando a leguleyos insultantes y a infames tiranuelos, admirando a valientes y excelentes escritores, robustos paladines de la libertad. Es que Arciniegas optó por la cadencia sin esguinces, sin extraviarse en una metodología incapaz de reconocer lo estelar. Arciniegas encaró los temas como si ellos fueran la llovizna matutina que vigoriza las plantas.
"La función del ensayista – cuando lo es como Carlyle, Emerson, Santayana, Unamuno – parece conciliar la Poesía y la Filosofía, tiende un extraño puente entre el mundo de las imágenes y el de los conceptos, previene un poco al hombre entre las oscuras vueltas del laberinto y quiere ayudarle a buscar el agujero de salida", escribió en una ocasión Mariano Picón Salas.2 Y añadió: "La fórmula del ensayo... sería la de toda la Literatura: tener algo que decir; decirlo de modo que agite la conciencia y despierte la emoción de los otros hombres, y en lengua tan personaly propia, que ella se bautice a sí misma".3
Estas líneas del insigne maestro contemporáneo nos sirven para fijar el derrotero de la obra de Germán Arciniegas. Por sus páginas discurren prudentes observaciones de la historia hispanoamericana, mesnadas de atrevidos leguleyos, finos y valientes escritores, angustiados patriotas, infames dictadores, robustos paladines de la libertad y de la independencia.
Desde su primer libro, El Estudiante de la mesa redonda (1932), hasta los más recientes, Arciniegas opta felizmente por el estilo sin afeites, y se propuso elaborar una visión de América apoyada en sus experiencias personales de político, estadista, diplomático.
Desprovisto del andamiaje que exige la investigación sistemática, sin extraviarse en una metodología incapaz de reconocer lo estético, Arciniegas ha encarado los temas como si ellos fueran deleite y dulzor, no mera erudición y somnolencia. Por eso ha provocado polémicas e incluso escozor. Ya sea ante una encrucijada de candente política, o ante el sucio juego de intereses abyectos, o al describrir el entrañable panorama de la naturaleza, su estilo es siempre sosegado, expresivo. A veces, su franqueza es casi de una inocencia candorosa. La verbosidad no lo caracteriza, ni el torrente enigmático de un barroco anacrónico.
Mariano Picón Salas, Jorge Mañach, Octavio Paz, y Germán Arciniegas reúnen las características esenciales del ensayista hispanoamericano del siglo XX: genuinamente ineresados por el destino de América, agudos observadores de la historia, la sociología y las artes, y escritores de genuina estirpe. Valientes cuando la circunstancias lo han exigido, caballerosos y galantes cuando la situación lo permitía, hallan en su expresión literaria su óptima y a veces severa manifestación. Pero Arciniegas posee una más... Posee Arciniegas mucho de novelista, cualidad que aplica, no a la materia misma de la obra, que no es nunca una ficción literaria, sino rigurosamente documentada, mas sí a la forma. Autor de sólo una novela, En medio del camino de la vida (1949) constituye sin embargo un grande esfuerzo para recoger el testimonio real de los desdichados que sufrieron las persecuciones nazis y que lograron escaparse de la muerte.
Arciniegas ha tenido siempre dos preocupaciones supremas: América y la libertad. Es necesario destacar que en toda su obra sobresale su pasión por la libertad. Libertad sin muchas definiciones. Y sea en sus eriditos libros, ya en su actuación política o diplomática, emerge altivo su infinito e incorruptible amor por la democracia.
Por ejemplo, ya terminado su Biografía del Caribe, "por donde se han paseado todos los huracanes", en un prólogo "porque al final de la historia está el prólogo de la vida", escribió: "Sólo habrá democracia cumplida cuando haya justicia para los humildes. Cuando haya, no tolerancia: respeto para el prójimo. Capacidad para trabajar y convivir en una comunidad de hombres diversos".4 Entre la libertad y el miedo es el libro fundamental de Arciniegas para combatir las dictaduras que han asolado a América, residuos infastos del siglo XX y vaticinio cruento de buena parte del siglo XX.
Allí hace un estudio cronológico y preciso de cómo ascendieron al poder Perón, Batista, Odría. Pero para Arciniegas, el pueblo de América Latina tiene una fe inconmovible en la libertad. La ha gozado, la ha perdido, la ha soñado. Ha luchado por ella cuatro siglos. Con la sangre india que le viene de antaño, construyó civilizaciones cuando Europa era casi semi salvaje. El indio, a pesar de su sufrimiento y de haber sido sojuzgado por el blanco, no se ha resignado a la servidumbre. No se ha acomodado a la indolencia. Enardecidos por una herencia ilustre, los pueblos de América se lanzan a buscar mejores horizontes políticos y económicos.
Ningún régimen dictatorial ha logrado acallar la pluma de Arciniegas ni sobornar su conciencia. Por eso ha sido objeto de envidias y ataques furibundos. Ha propugnado la transformación política y económica de la América Latina, la reforma de su vida rural, libertad de expresión y la reforma universitaria.5 El mismo ha afirmado repetidas veces que el desenvolvimiento cultural de la América Latina ha sido parte de un tipo de vida que ha permitido que sus figuras más ínclitas y representativas hayan empujado más a sus pueblos con la pluma que con la espada. Eso explica en nuestra historia por qué las dictaduras no pierden tiempo en atropellar las universidades y en clausurar e incendiar los periódicos. Por eso cuando Arciniegas vivía exiliado en los Estados Unidos las cartas que escribía al New York Times denunciando al nefasto régimen de Laureano Gómez producían un impacto tan severo. Pocas veces las epístolas a un director de periódico han servido tan eficazmente para exponer los desmanes de un régimen.
Se ha dicho que Arciniegas no es historiador, que tal vez es sociólogo, y en ocasiones se le ha tratado de vituperar llamándole "periodista."Algunas gentes se sienten indiginadas porque Arciniegas se desentiende de la documentación. No es que falte - la emplea con minuciosidad y cuidado como en Biografía del Caribe o en Amerigo y el Nuevo Mundo -- pero francamente se niega a recargar las páginas con anotaciones y referencias. Sin duda molesta al investigador, pero atrae al lector. Y creo que Arciniegas está más interesado en llegar al lector, al pueblo, que persuadir al investigador de que ha consultado documentos idóneos y genuínos.
Poseedor de una personalid equilibrada, Arciniegas ha respondido siempre risueñamente a sus detractores. Sólo se ha indignado frente a las tiranías. Comparte plenamente la aserción de Alfonso Reyes: "…la verdadera historia literaria de nuestros pueblos queda un poco más vinculada con su historia política y social de lo que ha podido acontecer en pueblos más viejos."5 Y es que al reflexionar Arciniegas sobre América, la ve como un ejemplar esfuerzo para rescatar la libertad siempre amenazada. Y para él la libertad y la democracia en la América Latina se han enfrentado casi siempre a dos crisis: la política y la Universitaria. Ambas, intímamente atadas. La crisis política no puede resolverse sin la Universidad y ésta sin la participación de la juventud sin prejuicios.
Si en Biografía del Caribe lució las trenzas de su bien urdida erudición, en Nueva Imagen del Caribe (1970) Arciniegas realiza otros descubrimientos. En Biografía…se ven la piratería y el mar surcado por aventureros y santos, los abusos y los martirologios. Se palpa una era de sutiles intrigas internacionales, que convierte al Caribe en protagonista y víctima de la voracidad europea. Pero "los montes son de una manera hoy: mañana serán distintos…El mar de ayer no es el de hoy, ni el de hoy ha de ser el de mañana," escribe Arciniegas.7 Ahora ya no es la biografía lo que interesa, sino la geografía, llegar a las entrañas del momento actual. Es una región llena de complejidades geológicas e históricas. Animadas por hambre de libertad, Haití inicia el gran desfile. Las otras Islas tienen que esperar casi cien años. Las colonizadas por Inglaterra vivieron desasosegadamente hasta bien entrado el siglo XX para izar su propia bandera.
Cinco naciones de Centro América se independizan de México, y Panamá de Colombia. Y a pesar de sus problemas comunes y de sus ansias similares el mutuo desconocimiento todavía impera. Sin embargo, Arniciegas nota las perspectivas de progreso de pueblos alucinantes. Esta nueva imagen del Caribe no está dominada po el artero aventurero, sino por una ciudadanía pujante, deseosa de alcanzar las ventajas que ha producido el siglo XX.
La pollera y el tamborito de Panamá, el ensueño de Atitlán, las maravillas de Tikal, el paraíso de Trinidad y Tobago, la rispidez de la Guayana, el embrujo de Cartagena, el Macondo misterioso, las venerables majaderías de Juan Ramón Jiménez, llenan de cadencias este libro que sin ser historia, recurre a la historia, a la geología, a la geografía, a la economía, a la perspicaz observación que suplementa a la Biografía.
Tanto se ha escrito sobre el paisaje de América, que casi sería incurrir en veleidoso ejercicio el reincidir en ello. Sin embargo al tratar de Arciniegas, el paisaje es n elemento que impera. Es el trasfondo palpitante que incita al hombre a la rebelión, al estudiante a la protesta, al ciudadano a la búsqueda de soluciones. Entre la libertad y el miedo fue un libro vivaz, retador, que despertó conciencias y denunció abusos y tiranías poco comunes en los gobiernos modernos.
Fue consecuencia natural de las preocupaciones anteriores. Parcelado en tal forma que aun el más desentendido pudiera sumergirse en la comprensión de la caótica situación que imperaba en América en la década que comenzó en 1950, dicho libro auguró un nuevo modo de ser, una forma inteligente de resolver los problemas de un mundo complejísimo, en que se improvisaban soluciones o se lanzaban acusaciones sin ofrecer eficaces alternativas.
Ante las dificultades de un mundo tecnificado, Arciniegas propugnó la necesidad de olvidar las rencillas de tono nacionalista, por muy justificadas que fueran, en aras de una aspiración más altruista. La de crear el ambiente propicio para reformas que facilitaran el mejoramiento del pueblo y la incorporación del indio a la vida de su patria. Pudo prever que el escaso crecimiento económico unido al gran incremento demográfico, llegarían a estancar, a envejecer a la América Hispana. Que no habría otra salida, posiblemente, que el estallido violento, la rebeldía irresponsable.
Arciniegas ha sido implacable con el papel que desempeñaron los europeos en la conquista y colonización del Nuevo Mundo. No sólo destruyeron civilizaciones milenarias, sino también esparcieron enfermedades.
Una de las tesis principales de Arciniegas, un tanto amansada por el transcurso de los años es que "con la lengua de Castilla llegó también el sarampión" 8 pero no sólo el sarampión fisiológico, sino también el que encubrió toda la empresa de la España conquistadora y la que consideró a los indios no cristianos, sino bestias. Y para él, incluso las ingentes tareas del Padre Las Casas resultaron modestas, de poca monta, ante la arrogancia y bestialidad del soldado. Sin embargo, no es deformar la historia el afirmar que Las Casas desplegó tal esfuerzo en la defensa de los desvalidos y abusados indios, que el todopoderoso Emperador Carlos V, convocó la famosa reunión de Valladolid no sólo para dirimir la situación legal de los indios, sino también para crear un cuerpo de leyes, que si bien no fueron acatadas en su totalidad, sirvieron para humanizar aquella colosal y brutal empresa.9 El europeo se sintió, por así decirlo, amilanado ante el crimen que podría cometer. Y naciones, que aún se las dan de muy civilizadas, han continuado en el siglo XX normas de conquista concebidas en los mas bajos y deshumanizados sentimientos.
Es por eso que Arciniegas fustiga implacablemente todas esas leyendas que sobreviven sobre la superioridad y probidad de los europeos. Casi se regodea haciéndolo, para reafirmar el esfuerzo, la valentía y las aspiraciones de América. "Si hoy el inglés - dice - es honrado lo es porque su espíritu se halla aprisionado con el recuerdo de los abuelos suyos que murieron meciéndose en la horca, o de sus padres que sufrieron azotes en la plaza pública por un mínimo robo."
Y travesiamente añade: "Los europeos fureon sucios, mentirosos y ladrones y hoy se consideran flor y nata de la humanidad."10Sin duda buen conocedor de Europa, Arciniegas insiste a lo largo de su obra en que no se puede estudiar lo americano con la misma metodología y los mismos preceptos sociológicos que se han empleado y se siguen empleando para ahondar en lo europeo.
Hay quienes realizan una "sociología de superficie" sin percatarse de que "ahora" es resultado de lo que sucedió "antes" en América y que este "ahora" no será igual a lo que ha de venir.
Tan errados están los que han afirmado supinamente - por ejemplo - que no era posible llegar a tener una vida civilizada entre el Ecuador y los 15º de latitud norte, como los que en el siglo V, al observar lo que son hoy Holanda y Dinamarca, hubieran afirmado que sólo en el Mediterraneo era factible el desarrollo de civilizaciones avanzadas.
Precisa descubrir el alma de América. El siglo XVI fue, para Arciniegas, el siglo del "cubrimiento." Cierto, dice él, que llegaron gentes curiosas, observadores, estudiantes y cronistas, pero "fueron dominados por negociantes, soldados y oficiales de la corona, en quienes dominó el ser conquistador."11
Para Arciniegas, América no sólo constituye un momento culminante de la Historia, sino que cambia el panorama del pensamiento europeo12 y presagia un nuevo modeo de acercarse al estudio de los acaeceres humanos. Época cargada de incertidumbres y de felices y aciagos acontecimientos, sin embargo "América liberó el pensamiento europeo." Según él, hizo posible a Copernico, Galileo, Newton, Descates. Por vez primera tiene el europeo la totalidad del planeta, se amplia la experimentacion. Los enciclopedistas que en 1751 habian dedicado solo 50 lineas a America, en el Suplemento la hacen merecedora de 19 paginas.
Asia, que habia sido "descubierta" siglos antes por otro europeo, otro italiano por cierto, no produjo la explosion que inicio el descubrimiento del desconsolado Colon. "El inmenso territorio que se llamo America no solo fue influido por los europeos, sino influyo sobre ellos dando a su economia y a todo su sistema mental, inesperada dimension y perspectiva", ha dicho tambien Picon Salas.13 No es esta, fugitiva imagen de los enamorados de America. Enamorados de entonces y de ahora. En cuarenta anos se recorre casi vorazmente todo un continente y los espanoles abren el surco a portugueses, alemanes, ingleses, franceses, holandeses, daneses. Y todos ellos contribuyen a que el hombre europeo salga de sus dudas sobre la forma y la dimension de la Tierra. Mas aun. Los ensuenos de una vida holgada, libre , independiente, tal vez llena de fantasias, se concretan en el Nuevo Mundo. "Porque America fantastica se levantaba ante los occidententales cansados de injusticias de Europa, agobiada de miserias, como el continente de la esperanza."14
Sin embargo, en Italia, guia para vagabundos (1975) manifiesta Arciniegas el carino hacia el pais que le dio la posibilidad de escribir sobre Vespucci, sobre el Papa y sobre Bolivar. Seria erroneo, a mi parecer, decir que recoge articulos previamente publicados en periodicos y los "ata" en un libro. La atadura es "a priori" no "a posteriori". Estructura en diarios lo que ya planeo para un libro. Se destacan aquí las descripciones de Venecia y Milan, Sicilia y Roma, de Giorgio la Pira, que fue singular alcalde de Florencia, y quien partiendo de Sicilia, se vinculo a escritores, artistas. Hermano terciario en la orden de San Farancisco, pobre y incorruptible. La Pira resistio al fascismo y se opuso al comunismo. Aquí relata Arciniegas las reformas que instituyo la Pira cuando se puso al frente del gobierno florentino.
Y recuerda tambien la visita imperecedora al Monte Aventino de los dos Simones-Simon Rodrigues y Simon Bolivar-y revive la emocion de quienes columbraban desde Roma los Andes y sonaban en la libertad de America.
A Roma fue de Embajador Arciniegas. Divulgo todos sus secretos en Roma Secretissima que completa la Guia, con identica perspicacia e igual agudeza. "Meo Petacca", el restaurante de abolengo, las catacumbas hebreas, Shelly, Byron, Keats, Juan XXIII, Sarmiento, Tennesse Williams, Elizabeth Taylor...adquieren nuevas tonalidades, en narraciones entre picarescas y sentimentales. Espeluzna su descripcion del crimen cometido por los nazis cuando ya se retiraban de Roma. En una cueva de la Via Ardeantina, ametrallaron a 335 cristianos y judios. Alli vimos Arciniegas y yo 335 tumbas de 335 humanos asesinados proximos a la gloria de la eterna Roma.
Estamos ante uno de los mas portentosos e ingeniosos ensayistas hispanoamericanos. Nacido en los albores del siglo XX resume, en su propia vida y obra, todo lo que en gran parte constituye el quehacer de todo hipanoamericano intranquilo, buscador de nuevos surcos. Combina la politica y el profesorado, la diplomacia y la erudicion. Es viajero incansable, periodista acucioso, inventor de vinetas, amen de director de empresas y animador de programas y de jovenes incipientes.
Tal parece que cuando Arciniegas escribe, lo hace guinando el ojo, con picardia. No para mofarse del lector y mucho menos para hacerle burlas a la historia o a los sacrificados heroes de Hispanoamerica, sino para buscar el humor, el buen humor, el aspecto casi magico entre los legajos polvorientes, y el calor humano, palpitante, de los sonadores. De ahí surgio America Magica. "La magia es el complemento poetico, el ingrediente de esperanza que supera la racionalidad del hombre".15 Es que Arciniegas ve en la historia no solo inflexibles leyes economicas, cruentas luchas de partidos y facciones, sino tambien y sobre todo la aportacion desinteresada, "magica", del individuo. "La levadura de la historia, lo que impulsa al heroe a hazanas que se salen de la estrechez de todo calculo, es quijotismo, han abierto a los pueblos horizontes que la razon no pudo sospechar."16 El ideal es mas fuerte y tenaz que las pequeneces y la remora de la vida cotidiana. Lo irracional, lo magico, los recursos imprevistos, sirven para vencer y preparar el manana. De ahí surge el heroismo. Francamente, lo cotidiano es el cadalso de los grandes ensuenos.
Este modo de interpretar la historia viene de Ariciniegas desde su El Estudiante de la mesa redonda. Aquí, casi con un sentido deportivo, alegre, reune en una taberna a los estudiantes de todos los tiempos, henchidos de ilusiones. Sin medir el dolor ni el sacrificio, a la luz desvaida de algun bodegon, discurren los muchachos de todos los periodos, anhelosos de cambios y de libertad. Los estudiantes de America, de origen humilde, se sientan ante mesas llenas de cicatrices, a hablar, a discutir, a gritar. "Que pasen de largo quienes no han sentido el frio, que nos desdenen quienes no han sentido hambre..."17 Vienen de las carceles y convierten en un haz su vida y sus ideas. Y aquella tertulia transfunde sinceridad. En dieciseis capitulos se escucha al conquisatador, al soldado, al juglar, al seminarista, al revolucionario, al romantico. Y en todos ellos admira Arciniegas el espiritu de rebeldia, sus locuras, su inefable espiritu reformador y emprendedor.
En realidad Arciniegas escapa a la clasificacion. Tal parece que lo hace intencionalmente. Emplea el dato con maestria, es un investigador acucioso y realiza el analisis con atercipelados encajes fraseologicos. "Ojo de azabache, poso de botin, nido de pizarra, la noche se hace mas honda entre los surcos del mar."18 Emplea la tecnica del novelista para la descripcion, la del historiador para el dato, la del sociologo para la interpretacion, la del filosofo para buscar nuevas leyes, y frondosamente la del poeta para darles a todos esos aspectos, verdadera unidad. "El puerto esta de fiesta. Hay ruido de polvora, redobles de cajas, movimientos de frailes y tropa, repique de campanas, ajetreo de alguaciles, veloces carreras de los esclavos."19
Sobre este particular escribio Zum Felde: "Arciniegas no es precisamente un historiador, sino un ensayista de la historiografia, un sociologo, en un mas amplio sentido, que inquiere en los elementos de la realidad historica, las determinantes fundamentales de los caracteres y los destinos de estos pueblos..."20 Pero ocurre que incluso las vinetas de aparente transitoriedad periodistica, recogidas y ordenadas en libro, con el paso del tiempo, adquieren un sabroso sabor de cronica y de anecdotario. Y sin ser lo mas academico de la obra de Arciniegas, sin embargo demuestran su rica y prolija erudicion, y su infinita capacidad de observacion. Vease si no, Medio mundo en un zapato,21 donde relata sus andanzas y conversaciones, visitas, estudios por Africa, Asia, Europa y America, que es un libro "de Lumumba en Congo a las brujas en Suecia".
O tambien aquel enjambre de opiniones y de teorias sobre "las cuatro Americas" en uno de sus mas preciados libros.22
Lo importante en la obra de Arciniegas no es que haya dado lugar a conjeturas, sino que ha ofrecido una vision de nuestro mundo americano, libre de prejuicios y de vanidad. Y se ha de ver que en su aparente travesura hay grandes dosis de sufrimiento y de genuina pasion por los menesterosos...
Nuestro recordado americanista profundiza en América en Europa 23 todo lo que el Nuevo Mundo aportó para acoger y encaminar a los peregrinos que cruzaron el Atlántico. Les recordó que víctimas de persecuciones religiosas, fanatismos, fueron acogidos en tierras que asentaron el principio de la libertad y que aquí se produjo la inmortal frase de Lincoln: "el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo" que define el genuino sentido de lo que es "democracia".
La Biblioteca del Congreso registra no menos de noventa títulos de los libros publicados por Arciniegas. Entre ellos siete sobre la vida y el pensamiento de Bolívar. En Bolívar y Santander, vidas paralelas24 estudia cabalmente el padecer, las aspiraciones de dos titanes de la Gran Colombia, páginas que ofrecen el resultado de años de investigaciones y meditaciones.
El mismo Arciniegas lo dijo repetidas veces. Aunque sus libros llevan distintos títulos, en realidad solo ha escrito uno: se llama América. El destino del Nuevo Mundo le interesó desde su juventud, ya propagando a Rodó, como fundando revistas o encabezando movimientos estudiantiles para proteger a las víctimas de la pobreza y la persecución.
¿Qué nos queda por hacer? Leerlo para tenerlo siempre presente. Emularlo, para que se afiance nuestro fervor por la libertad, la democracia, la justicia. Crear valores continentales que impidan la esterilidad de esfuerzos y ensueños de hoy y de antaño...
Notas
1. Se refiere a ¿Qué haremos con la historia?, Costa Rica, 1940. El texto de esta y todas las cartas de D. Germán que recibí hasta casi sus últimos días, fueron publicadas en Experiencias de toda una vida: Cartas de Germán Arciniegas, Colorado, 1997, Society of Spanish and Spanish-American Studies, que dirige el Prof. Luis T. Gonzalez-del-Valle.
2. Mariano Picón Salas, en "Y va de ensayo." Obras completas ( Madrid, Caracas: Ediciones Edime, 1962), p. 992.
3. Picón Salas, p. 996
4. Biografía del Caribe, 8.a Ed. (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1963), p. 438.
5. Con respecto a este particular véase La universidad colombiana (Bogotá: Imprenta Nacional, 1933). Aún tienen vigencia muchas de las ideas y proyectos enunciados en este libro.
6. Alfonso Reyes, "Fragmento sobre la interpretación social de las letras iberoamericanas," en Ensayos sobre la Historia del Nuevo Mundo (México: Instituto Panamericano de Geografía e História. Comisión de Historia, 1951), p. 486.
7. Nueva imagen del Caribe (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1970), p. 13.
8. América, tierra firme, 2a ed. (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1959), p. 66.
9. Lewis Hanke ha sido uno de los más entusiastas defensores de esta tesis. Véase entre otros, Aristotle and the American Indians (Chicago: H. Regnery Co., 1959), y The Spanish Struggle for Justice in the Conquest of America (Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1949).
10. América, tierra firme, p. 65.
11. Ibid, p. 56.
12. Véase, "América en el pensamiento europeo," Cuadernos Americanos, año XXX, no6 (1971), p. 111-126.
13. Picón Salas, op. cit., p. 983.
14. Germán Arciniegas, "Imago Mundi." Revista de Occidente, num. 109 (abril, 1972), p. 25.
15. America Magica, 2a ed. (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1959), p. 9.
16. Ibid., p. 10.
17. El estudiante de la mesa redonda (Buenos Aires: Editorial Sudamericana. Coleccion Piragua, 1971), p. 11.
18. America, tierra firme, p. 104.
19. Los comuneros (Santiago de Chile: Zig-Zag. Nueva edicion, 1960), p. 27.
20. Alberto Zum Felde, Indice critico de la literatura hispanoamericana, El ensayo y la critica (Mexico: Editorial Guarania, 1954), p. 527.
21. Medio mundo en un zapato (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1965).
22. El continente de siete colores (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1965).
23. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1975.
24. Bogotá: Editorial Planeta, 1995.
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